16 Num 1 2024: Enero - Junio Revista Aletheia


DOI:https://doi.org/10.11600/ale.v16i1.773

El deporte y la comunidad en un barrio de origen comunitario. El Barrio Ciudad Hunza de Bogotá

Sport and community in a neighborhood of community origin: The Ciudad Hunza Neighborhood in Bogotá

O esporte e a comunidade em um bairro de origem comunitária: O Bairro Ciudad Hunza de Bogotá


Jhon Carlos Cortés Murillo1

11Magister en Estudios Sociales. Maestría en Estudios Sociales Universidad Pedagógica Nacional. Antropólogo Universidad Nacional de Colombia. Coordinador Línea de Investigación Motricidad y Desarrollo Humano Corporación Universitaria CENDA. Grupo de Investigación: Actividad fFsica y Motricidad Humana. Bogotá-Colombia. Jhon.cortes@cenda.edu.co, Orcid: http://orcid.org/0000-0001-8160-7979.



Resúmen

Este es un análisis de las prácticas deportivas que se realizan en los espacios públicos de un barrio de origen comunitario en la ciudad de Bogotá. Se trata de comprender la relación entre la organización social comunitaria autónoma, su historia y la importancia del deporte para su reproducción más allá de los planteamientos conceptuales, normativos y del asistencialismo estatal. El artículo presenta un estudio etnográfico que apela a tres técnicas de investigación: observación participante, diario de campo y entrevistas estructuradas. Dentro de los hallazgos se evidenció que existe una estructura comunitaria que acude a la calle y otros espacios emblemáticos para desarrollar prácticas que los miembros de la comunidad denominan o asocian al deporte y mediante las cuales reproducen la narrativa comunitaria. Finalmente, se concluye que las prácticas deportivas en el espacio público se realizan mayoritariamente por hombres, aunque su planificación depende de instancias superiores en las que el liderazgo femenino es determinante. La comunidad del barrio Ciudad Hunza es una comunidad abierta a otros sujetos ajenos a su propia historia y utiliza el deporte como espacio, práctica y ritual para mantenerse viva en su esencia comunitaria.

Palabras Claves:Deporte, comunidad, espacios públicos, estructura social.



Abstract

This article describes an analysis of sporting practices carried out in public spaces in a working-class neighborhood in the city of Bogota, Colombia. The author seeks to understand the relationship between autonomous community social organizing, the history of this neighborhood and the importance of sports for generating a sense of community that goes beyond conceptual and normative approaches and assistance provided by the State. Methodology: this ethnographic study uses three research techniques: participant observation, field diary and structured interviews. Results: the authors finds that the neighborhood has a strong social structure that is evident on the streets and in other emblematic spaces that is specifically associated with sports, activities that allow them to reproduce the community´s narrative. Conclusions: playing sports in public spaces is generally the domain of by men, even though planning these activities requires the support of higher entities in which female leadership is decisive. The community in the Ciudad Hunza neighborhood is outward looking and uses sports to generate spaces, practices and rituals that keep its community spirit alive.

Keywords:Sport, community, public spaces, social structure.



Resumo

Esta é uma análise das práticas esportivas que se realizam nos espaços públicos de um bairro de origem comunitária da cidade de Bogotá. Trata-se de compreender a relação entre a organização social da comunidade autônoma, sua história e a importância do esporte para sua reprodução para além das abordagens conceituais e regulatórias e do assistencialismo estatal. Metodologia: Trata-se de um estudo etnográfico que utiliza três técnicas de pesquisa: Observação participante, diário de campo e entrevistas estruturadas. Resultados: Existe uma estrutura comunitária que recorre à rua e a outros espaços emblemáticos para desenvolver práticas que os membros da comunidade denominam ou associam ao esporte e por meio das quais reproduzem a narrativa comunitária. Conclusões: As práticas esportivas nos espaços públicos são realizadas maioritariamente por homens, embora seu planejamento dependa de níveis superiores nos quais a liderança feminina é determinante. A comunidade do bairro Ciudad Hunza é uma comunidade aberta a outros sujeitos fora da sua própria história e utiliza o esporte como espaço, prática e ritual para manter-se viva em sua essência comunitária.

Palavras-chave:Esporte, comunidade, espaços públicos, estrutura social.





Introducción

El deporte y la comunidad, su sentido práctico y la relación de estos dos con el espacio público denotan una especial importancia investigativa, no solo por tratarse de dos prácticas que responden a orígenes distintos, sino porque la insuficiencia de la modernidad para resolver los problemas sociales ha hecho que quienes analizan estas dos expresiones sociales las consideren fundamentales para cimentar vínculos de solidaridad y resolución de conflictos. Las definiciones de comunidad más actuales hacen énfasis en aspectos estructurales y funcionales. Los elementos estructurales se refieren a la consideración de la comunidad como un grupo geográficamente localizado regido por organizaciones o instituciones de carácter político, social y económico, según Causse (2009) “el concepto de comunidad puede referirse a un sistema de relaciones psicosociales, a un agrupamiento humano, al espacio geográfico o al uso de la lengua según determinados patrones o hábitos culturales” (p. 2).

Es por lo anterior que la comprensión de la relación deporte-comunidad, permite reconocer el valor que este tipo de hechos tiene para la organización social; en este sentido, entender las estrategias socio-educativas del deporte y las relaciones sociales que promueve, implica considerar el espacio público como un producto de sus vínculos, pero también, como un medio de socialización y ritualización; según esto, en el deporte, el espacio público potencia y permite la participación. Desde este punto de vista, el deporte a partir de una perspectiva social, puede promover los valores que la organización comunitaria requiere, “facilitar a las personas aclarar su propia identidad, representaciones, contextos, deseos, posibilidades y acciones en torno a sus problemas” (Rendón, 2011 p. 30), pero también es una expresión del sentido comunitario y por tanto una práctica que congrega y afianza la identidad, en consecuencia, espacio y deporte se integran para operar como plataformas de construcción de sentido comunitario; por tanto, habrá que asumir el espacio público comunitario utilizado para las prácticas deportivas, como un escenario socio-espacial que deviene en interacciones, usos y representaciones de los actores y de la vida cotidiana de la comunidad. En este contexto, el uso, las características de los espacios públicos y las relaciones que allí ocurren desempeñan un papel central en el crecimiento y consolidación de los vínculos sociales. Estos espacios ofrecen oportunidades para reforzar la participación comunitaria (McMillan y Chavis, 1986), así como resolver tensiones entre sus miembros.

Vale entonces plantear que la comunidad como cualquier otra forma de organización social es una creación, es un proceso abierto que se va constituyendo progresivamente; sin embargo, también es un campo problemático de experiencias; es decir, la comunidad se circunscribe a una forma particular de vivir en común, lo cual no significa necesariamente un sentido de pertenencia, pero sí de identidad. En este sentido, se comprende lo comunitario como el conjunto de acciones desarrolladas por un colectivo de personas que viven en un mismo territorio, estas acciones son por y para la comunidad, aquella que se refleja en aquellos escenarios donde lo comunitario es sensitivo; es decir, la comunidad es un espacio de vínculos sociales pero también físicos “a pesar de las diferencias que se establecen entre “comunidad” y “sociedad”, estas coinciden en un punto: ambas nociones expresan relaciones recíprocas que tienden a la unidad, o más precisamente a la unión” (Álvaro, 2010, p. 13)

La comunidad es trabajo colectivo y cuidado recíproco, también es puesta en escena, valores, solidaridad, tensiones, diferencias, diálogo. La comunidad se caracteriza por preservar y reproducir un sentido de unidad que otorga a sus miembros un conjunto de beneficios que no pueden obtenerse por el camino de la individualidad y tampoco pueden concentrarse en un único individuo, se trata de un conjunto de relaciones sociales que denota la emergencia de un modo de vivir en co-corresponsabilidad. La comunidad más allá de una filiación consciente con pretensiones políticas también constituye procesos de subjetivación (Esposito, 2003), ningún movimiento social es capaz de tomar forma sin la integración de las voluntades individuales; por tanto, el sentido práctico del deporte en la comunidad obedece a una de las múltiples formas y roles que los sujetos adquieren cuando la constituyen, de allí la importancia del espacio para que esto ocurra. Así pues, el deporte en la comunidad no solamente se puede asumir como un mecanismo de afianzamiento social orientado por las instituciones del Estado, sino como una práctica autónoma y fundamental en el mejoramiento de la convivencia, en la resolución de conflictos, el trabajo en equipo, el respeto, la solidaridad, la lucha por los derechos y la estructuración social.

El deporte, como fenómeno social, es fundamental para la construcción y mantenimiento de comunidades, pues con él se logra fortalecer los lazos emocionales, familiares y tradicionales. El deporte, especialmente a nivel local y amateur, facilita la formación de estas relaciones cercanas, ya que promueve interacciones cara a cara y fomenta un sentido de pertenencia y solidaridad entre los participantes. Las ligas deportivas locales y los clubes son estructuras en las que los miembros se conocen personalmente y comparten valores y objetivos comunes. En este sentido, la comprensión de la relación deporte-comunidad requiere observar las fuerzas integradoras que la gestan para luego dimensionar su alcance; por tanto, el conocimiento sobre la relación comunidad-deporte debe superar los marcos de referencia que la definen como un asunto netamente colectivo, y aunque su máximo valor proviene de dicha consideración, también es importante plantearse la comprensión de las prácticas y los actores que le dan su estructura pues a partir de la participación activa y la construcción conjunta de significados y proyectos colectivos en los que el deporte puede asumirse como medio o fin, se logra la creación de espacios donde los individuos no solo se involucran como espectadores, sino como determinantes de la organización y desarrollo de la comunidad. Este enfoque participativo permite que los miembros de la comunidad se hagan responsables del bienestar colectivo, reforzando la cohesión social y el sentido de pertenencia. De esta manera, el deporte también fomenta un sentido profundo de pertenencia y solidaridad, elementos esenciales para el desarrollo y el bienestar de cualquier comunidad.

Ciudad Hunza. Un barrio de origen comunitario en Bogotá

Si bien el deporte en el escenario comunitario suele entenderse como un mecanismo de acción o de atención social por parte del Estado que busca constituir escenarios de participación que respondan a la diferencias y diversidad de grupos y personas, también es cierto que los estudios y procesos de intervención hechos desde el campo de la educación física y otros afines; Martinek et al. (2009); Maza y Puig (2008); Henao (2014); Cabeza (2007); Mesías y Portocarrero (2017), a excepción de Duarte (2011), desconocen la naturaleza del hecho comunitario y lo asumen con algo dado, sin antecedentes, sin narrativa histórica, como si la comunidad surgiera de la pertenencia a una cultura o de habitar un mismo territorio, para Duarte (2011),el deporte social comunitario es un proceso diferente […] se fundamenta y operativiza en la construcción colectiva y constante de tejido comunitario y usa como herramienta el deporte y las transformaciones que hace de él. Este proceso implica dinámicas de reflexión y acción a partir de […] el pluralismo, la reflexión, la deliberación, el diálogo, el respeto por la existencia de diferentes grados de libertad, la colectividad y la comprensión del contexto. […] en el deporte social comunitario la vida se ubica como eje central de reflexión y de acción en busca de que los seres humanos desarrollen relaciones comprensivas consigo mismos, con los otros y con el contexto a partir de la deliberación, […] y el desarrollo de la conciencia. (p. 13).

En este orden de ideas, existen algunos contextos en los cuales el sentido comunitario corresponde a una declaración histórica, consciente y organizada con finalidades de lucha y reclamo de derechos en los que el deporte juega un papel importante, así, este análisis se enfoca en comprender tales dinámicas en el barrio Ciudad Hunza de la ciudad de Bogotá cuyo origen se sustenta en procesos de tipo comunitario. El estudio político realizado por Cuervo (2008) señala que la construcción del barrio Ciudad Hunza se origina con el trabajo comunitario liderado por el padre Saturnino Sepúlveda, de acuerdo con la Revista Semana (1983).

El sacerdote Saturnino Sepúlveda ha estado vinculado de tiempo atrás a la actividad política, como líder de una corriente barrial llamada "Movimiento Cívico Popular", que se ha asentado en zonas periféricas de la capital, en barriadas fundadas y organizadas por el propio movimiento a través de cooperativas y microempresas. (parr. 3) En la década de los ochenta, el padre saturnino junto con un grupo reducido de familias, constituyeron una asociación con el propósito de negociar un predio en el cual levantar sus viviendas y brindar una mejor calidad de vida a 310 familias. Es evidente que el origen del barrio responde a una necesidad vital que encuentra en la organización colectiva las posibilidades de obtener un lugar digno para vivir. Cuervo (2008) señala que tras la asignación de los lotes por medio de un sorteo con balotas, la asociación decide emprender sus procesos de organización desde la acción y planeación comunitaria, asumiendo como primer compromiso, apoyar con trabajo la construcción de las primeras edificaciones y la dotación básica para proveerse de los servicios públicos que en un inicio fueron tomados de forma ilegal “todos los domingo, desde el más pequeño hasta el más grande, debía trabajar en la construcción de las áreas y servicios comunes” (Cuervo, 2008, p. 24), entre ellas, la pavimentación de las calles, zonas comunes, gestión de recursos, entro otros asuntos que redundaron en beneficios colectivos, pero también en disputas e injerencia de actores ajenos al barrio, entre ellos algunos políticos e instituciones y funcionarios públicos que perturbaron el proceso y lograron hacerse un lugar no solo social sino físico dentro del barrio.

El sacerdote Saturnino fue considerado un visionario en tanto que su propuesta consistía en la organización comunitaria para generar la autoconstrucción de viviendas sin descuidar el diseño y la salvaguarda de espacios que en un futuro sirvieran para la comunidad, entre ellos el salón comunal, el centro de salud y la escuela, la cual fue construida por los primeros habitantes con la ayuda del departamento de acción comunal (Arroyo, 2010). Parte del proceso de construcción del barrio estuvo acompañado por talleres en los que se les enseñaban a vivir en comunidad “teníamos que hacerlo para aprender a manejar los conflictos entre vecinos y formar una comunidad fuerte y unida” cita Arroyo (2010) a María Silva, antigua representante legal de Corpo-Hunza y ex fundadora de la corporación.

En cuanto a Corpo-Hunza-Corporación de Desarrollo Comunitario Ciudad Hunza–surge en el año 1985 en el salón comunal del barrio el Mortiño como respuesta al estado de vulnerabilidad de los niños del barrio y con el propósito de brindar educación a los menores de cinco años. Fueron las mujeres quienes lideraron dicho proceso sin recibir nada a cambio. A partir del año de 1986 se fijó un ingreso económico para aquellas mujeres que trabajaban en la corporación. De otra parte, Corpo-Hunza se propuso propiciar la participación organizada de los padres de familia en la educación y desarrollo integral de los niños; en este sentido, la organización busca fortalecer en el niño la vida grupal, la solidaridad, la cooperación, propiciar la vida comunitaria, partiendo del conocimiento y la experiencia que la historia individual y comunitaria aportan para comprender sus repercusiones en el presente.

Corpo-Hunza junto con la Junta de Acción Comunal impulsan la creación de la Casa de la Cultura con el objetivo de fortalecer las expresiones artísticas de los miembros de la comunidad y así tender relaciones con otros barrios y organizaciones. Se destaca en su trayectoria, los proyectos Girando en el entorno, talleres de danza urbana, teatro y títeres, escuelas de gestores culturales de paz, carnavalitos, y el proyecto Mujeres en acción y Colectivo de reciclaje Loma Verde que acoge a las lideresas más destacadas. En cuanto al Colectivo Loma Verde, está conformado mayoritariamente por nueve mujeres, madres cabeza de familia y dos hombres. Su objetivo es prevenir y minimizar eficientemente los impactos y riesgos a los seres humanos y al medio ambiente. Parte de su trabajo lo realizan ofreciendo charlas y talleres enfocados en la generación de conciencia y conocimiento sobre los procesos de reciclaje, el consumo responsable y ecológico, la reutilización de desechos, y el buen manejo de basuras.

Actualmente, el problema del barrio se centra en el alto número de personas provenientes de otros lugares, situación que ha desembocado en problemas de convivencia, José de la Rosa Núñez, fundador del barrio, citado por Arroyo (2010) asegura que poco es lo que queda del sentido comunitario que el padre Saturnino quería implantar, el crecimiento de la ciudad junto con la diversidad de personas que llegan configuran un nuevo reto para la lógica comunitaria de Ciudad Hunza; sin embargo, el criterio del trabajo mancomunado de las personas en red ha sido característico por el fortalecimiento de aquellos valores que permiten la acción conjunta de las personas en torno a un bien común, por ello, Ciudad Hunza aún sigue forjando su destino con trabajo comunitario.

Metodología

Este es estudio etnográfico que tiene por objetivo la comprensión de la organización social comunitaria y su vínculo con el deporte en los espacios públicos y en los procesos de organización de un barrio de origen comunitario en la ciudad de Bogotá. La captura de la información se hizo mediante tres técnicas de investigación: observación participante, (Marshall y Rossman 1995); diario de campo (Bonilla y Rodríguez, 1997), y entrevistas estructuradas (Del Rincón et al., 1995). Para el desarrollo de las dos primeras técnicas se realizaron visitas y recorridos al barrio, participación en actividades deportivas y reuniones de la junta de acción comunal y la casa de la cultura. En cuanto al desarrollo del diario de campo, fue necesario diseñar una guía de registro focalizada en los aspectos a observar, a saber: deportes que se practican, organización de la práctica deportiva, características de los organizadores y participantes de la práctica, lugares y condiciones de práctica, momentos y desarrollo de las prácticas, y concepciones sobre las prácticas y el deporte.

En cuanto al desarrollo de las entrevistas, estas fueron diseñadas a partir de las primeras observaciones que se hicieron con los diarios, esto permitió identificar algunos sujetos de notoria importancia para la organización y procesos de la comunidad. Los sujetos participantes de las entrevistas corresponden a: la presidenta de la Junta de Acción Comunal y directora del Colectivo Loma Verde –asociación de reciclaje-; el organizador de los campeonatos; el profesor de la escuela de karate; la directora del hogar infantil; la directora de la corporación Casa de la Cultura Ciudad Hunza, algunos vecinos y participantes de las actividades. Las observaciones se realizaron durante un periodo de 6 meses, con una frecuencia de tres veces por semana. Para referenciar las citas que corresponden a la información obtenida en el trabajo de campo que acompaña y soporta las interpretaciones del investigador, se usan los siguientes códigos Et= Entrevista, D= Diario, Lc= Líder comunitario. A cada de uno de estos códigos se agrega un número que corresponde al consecutivo de los registros, por ejemplo, Et1 Lc2= entrevista uno, líder comunitario 2.

Frente a lo anterior, es preciso indicar que el proceso de análisis se realizó secuencialmente y de forma paralela al trabajo de campo toda vez que la información recaba permitía definir las acciones subsecuentes, razón por la cual el procesamiento de la información se realizó mediante codificación abierta usando el software de análisis cualitativo Atlas ti 9.0 con el cual se generaron listados de códigos que permitían generar asociaciones semánticas.

Así mismo y en coherencia con el método utilizado –etnografía- es importante indicar que la estructura de presentación de los resultados se aparta de los esquemas tradicionales sustentados en la categorización y subcategorización de los datos a partir de su relación con los referentes teóricos tal como suele hacerse en la investigación cualitativa tradicional y contrario a esto, se opta por un marco narrativo-interpretativo que pone en juego el carácter participativo del observador y en consecuencia, su capacidad de adoptar las formas, significados y esquemas del contexto de investigación.

Resultados y discusión

Las personas que se encuentran vinculadas a la organización comunitaria del barrio Ciudad Hunza hacen del deporte una práctica que fomenta valores asociados a la dinámica del cuidado del otro y la corresponsabilidad vecinal (D3), por ejemplo, para reunir a la comunidad, se realizan actividades que los habitantes denominan deporte, pero que las teorías sociológicas, de la educación física y el deporte clasifican de otra forma o las dejan por fuera de sus conceptualizaciones. Se efectúan actividades como caminatas, que se utilizan para recorrer el territorio y narrar los cambios que el barrio ha enfrentado, se recrea en los caminantes un conjunto de imágenes y cartografías mentales del barrio, “los encargados de las actividades junto con algunos líderes evocan las personalidades más influyentes entre las que no hace falta el padre Saturnino, a medida que se recorre el barrio se exaltan sus lugares más importantes” (D7), podría decirse que se trata de una caminata de la memoria, de una caminata histórica. “Ellos -los profesores de deporte- trabajan prácticas de responsabilidad, primero observan el potencial de los espacios para convocar la gente, por ejemplo, definen las rutas para las caminatas, la maratón y las carreras de ciclismo” (Et2. Lc3). En este tipo de actividades, la planeación es todo menos ingenua, “ellos levantan planos, trazando los senderos y los otros chicos les ayudan con los informes y carteleras” (Et2. Lc1), se prefieren las calles y lugares más emblemáticos e históricos para el barrio, lo cual refuerza la narrativa común. En las carreras de ciclismo “los niños suelen participar con bicicletas que no están hechas a su medida, muchas de ellas son bicicletas para adultos y de uso cotidiano” (D9), estas son prestadas por sus vecinos o familiares, en muy pocos casos son bicicletas de carreras; sin embargo, se destaca el alto número de participantes, pareciera que la comunidad se dispone abiertamente y sin sigilos a prestar temporalmente estos objetos para que el mayor número de niños pueda participar.

Otro grupo de actividades también asociadas al deporte son los “juegos tradicionales como trompo, carreras de carros de balineras, canicas, entre otros” (D4), en estas actividades las relaciones de amistad y parentesco cobran especial importancia, cuando se trata de construir el carro de balineras y posteriormente competir, es común observar que “los grupos de trabajo están constituidos por miembros de una misma familia que residen en la misma cuadra” (D12); no obstante, aquellos grupos familiares reducidos en número apelan a sus vínculos vecinales para participar de las actividades. Otra forma de constituir los grupos implica acudir a las viejas amistades forjadas en otros momentos históricos del barrio, en algunos casos “estas personas residen en otros sectores del barrio o fuera de este” (D5), las motivaciones para hacerlo de esta manera, es que estas personas comparten un valor histórico común asociado al trabajo solidario.

Por otra parte, “cuando un grupo familiar se encuentra limitado en número de miembros y en relaciones vecinales, los organizadores de las actividades suelen facilitar su integración a algún grupo de trabajo o lo crean según sea el caso” (D12). Es importante destacar que en esta actividad en particular se reproduce la lógica de la construcción histórica del barrio; es decir, la fuerza de trabajo, las herramientas –martillos, puntillas, madera, etc.- y los conocimientos circulan entre quienes participan del proceso, incluidos los niños. Resulta importante comprender que la calle en sí misma es un hecho social e histórico para la comunidad del barrio Ciudad Hunza, allí se reúnen distintas generaciones y actores, -fundadores, nuevos residentes, niños, líderes comunitarios, entre otros- con el objetivo de escenificar el valor del encuentro y el trabajo colectivo, si bien es cierto la calle y las actividades realizadas en este espacio no clasifican como deportivas en el sentido moderno y académico, lo importante y revelador es que los actores de la comunidad resignifican dicha valoración; es decir, el juego, la calle y la lógica de un espacio –barrio, tejido en red, familias, amigos, vecinos– permiten fortalecer la historia comunitaria.

En las jornadas deportivas y de juegos tradicionales el tiempo es fundamental, los habitantes salen a las calles, “algunos observan mientras otros participan; quienes observan se reúnen en pequeños grupos de vecinos y comentan las actuaciones de quienes juegan” (D7), en algunas actividades se conforman duplas para jugar al trompo en modalidades “calle” y “rayuela”, estas suelen estar constituidas por: “padres e hijos, vecinos adultos, vecinos jóvenes o niños, miembros de una misma familia, familiares o amigos invitados que participaron de la construcción del barrio pero que ya no residen en él” (D4), como ya se ha dicho, la planeación es fundamental, se pretende generar una atmosfera de vecindad, apoyo, cuidado por el otro y cuidado del entorno y sus lugares de encuentro; los organizadores “van a hacer la visita de campo, observan los terrenos, identifican las zonas peligrosas, evalúan el estado de la carretera, los prados, el sendero” (Et1. Lc3).

El vínculo y cuidado en y de los espacios comunes, en especial, los espacios de la calle en los que se realizan los juegos tradicionales se refuerzan al finalizar las jornadas de juego que se programan a lo largo de año, estos tiempos se aprovechan para fortalecer el espíritu comunitario “mediante acciones de limpieza y mantenimiento del entorno” (D7) justo cuando el sentido comunitario se encuentra en su punto más alto. Es un hábito entre los miembros del barrio “dejar limpios los espacios justo cuando todos están de cuerpo presente sin posibilidad de evadir su compromiso” (D7), esto no solamente constituye un ritual comunitario de reafirmación, sino que compromete la imagen, prestigio y labor de cada participante con los demás vecinos cuando se trata de preservar un bien común. En este sentido, la comunidad, en cierta medida depende de sus bienes espaciales y de comprometer soterradamente la subjetividad de cada miembro con el resto de la colectividad, configurando así lo que Castoriadis (2007) denomina praxis instituyente. De este modo los habitantes del barrio Ciudad Hunza configuran una idea de espacio público en la que el sentido, cuidado y trabajo común no pueden obviarse.

Esta idea parece emerger en el intersticio entre los espacios privados construidos con el trabajo comunitario (casas de propietarios y vecinos), y aquellos otros espacios públicos que devienen de sus reclamos sociales a las instituciones del estado –canchas, calles, parques-, espacios que simultáneamente pertenecen a todos y a nadie; pero que para los habitantes de Ciudad Hunza configuran su esencia comunitaria. El barrio en sí mismo es su centro de ritualización y reforzamiento del espíritu que los agrega, en otras palabras, parte de los esfuerzos colectivos e individuales y del sentido comunitario en el barrio Ciudad Hunza se materializa sensorialmente en los espacios y prácticas deportivas que organizan para encontrarse.

Las personas responsables del fomento de las prácticas deportivas también lo son los designados para formar la solidaridad entre los niños. Los pequeños no solo participan de actividades de formación deportiva, sino de otras más que se ligan directa e intencionalmente al compromiso y adherencia a la comunidad, para esto es usual apelar al deseo lúdico infantil y socializador de los niños, por ejemplo, cuando los padres desean que sus hijos integren los grupos y escuelas deportivas, los profesores alientan a los niños destacando la valoración retributiva de sus habilidades y talentos para la comunidad,nosotros les decimos: ustedes tienen mucho potencial, usted pinta, usted dibuja, usted canta, ah bueno, usted participa en tal cosa –pintar una fachada, cantar en eventos culturales, reciclar, etc.- y a cambio usted continua en las clases de la escuela de deporte. (Et3. Lc1) En el barrio Ciudad Hunza el deporte trasciende el sentido de bienestar físico y salud, es una práctica educativa que forja la personalidad de los niños, en particular, en su aporte y pertenencia al barrio, aquí nos llegan niños desplazados, por violencia o también ahora, muchos niños venezolanos, el profesor deja un porcentaje de lo que recibe para incluirlos al curso; es decir, ayudarles con la hidratación o refrigerio; él lo hace porque así lo aprendió cuando fue niño y ahora quiere devolver algo al barrio. (Et1. Lc2).

Esta situación demuestra que la comunidad del barrio Ciudad Hunza no es una estructura social cerrada. Si bien es cierto la configuración espacial puede inducir a creer que se trata de una organización replegada en sí misma en la que los espacios públicos son de uso exclusivo, lo cual es relativamente cierto, también es claro que dichos espacios se encuentran abiertos a otros actores que no comparten una historia común, en este sentido, los espacios y relaciones sociales comunitarias se disponen abiertas en tanto los sujetos ajenos a ellas deseen participar de estas bajo las mismas premisas que rigen a quienes se encuentran vinculados a su tradición, en otras palabras, si los espacios y relaciones de la comunidad se cierran, esto pone en riesgo su existencia, de allí que los niños provenientes de otros barrios así como sus padres y otros residentes, entre ellos aquellos que viven en alquiler o han adquirido una casa en el barrio puedan vincularse a los procesos comunitarios bajo la misma condición que les ha amparado desde el momento de su fundación, retribuir y ofrecer trabajo para los demás.

Es evidente el compromiso que el profesor tiene con su comunidad; sin embargo, el pago a su labor, implica también adherirlo a ella a partir de una historia en común; es decir, valorando lo que hizo y hace por la comunidad, así se otorga un lugar de reconocimiento colectivo que no solo compromete a la persona, sino a los demás; en la lógica de Mauss (1971), todos están en deuda, todos están en la obligación de dar. Existe un espíritu que emerge de las relaciones y los líderes comunitarios lo saben, para sostener el trabajo que realizamos, los padres pagan los servicios del profesor, en realidad es una cantidad simbólica, los que no pueden cubrir el valor entonces pagan de otra forma, por ejemplo nosotros hacemos actividades de trueques tanto con los niños como con los padres, todos deben retribuir al barrio, porque nosotros tenemos la política de que nada debe ser gratis, ¡nada gratis!, ustedes ya saben que las cosas gratis generan dependencia, paternalismo, todo se vuelve mano extendida; entonces los papás pueden ayudar con el mantenimiento de algún espacio, llevando reciclaje al colectivo loma verde. (Et3. Lc3)

De esta manera la organización de la gente cobra vida en la articulación de diversas actividades; es decir, como un sistema que funciona por las relaciones entre sus componentes, entre ellos, el deporte y todas aquellas prácticas y expresiones sociales ligadas a este, por ejemplo, los niños, al estar en contacto con la comunidad y con todos aquellos actores que lideran los procesos aprenden a trabajar por los otros; es decir, se trata de una praxis reproductiva de sentido social, una praxis de reflejo, pero a su vez, de autonomía e independencia comunitaria; acá trabajamos el concepto de relevo generacional, si usted forma un chico en el deporte, él tendrá que enseñar lo aprendido a los que vienen tras del él, velar por el buen uso de los espacios. Él tiene que revertir esa relación, los más pequeños se forman en la idea del relevo generacional, devolviendo a la comunidad lo que ella hizo por ellos. Aquí no solo es venir y enseñar a jugar fútbol u otras cosas, aquí los niños aprenden a preguntar ¿y la comunidad qué? (Et1. Lc3) Si bien es cierto la formación de los niños y vecinos está centrada en el respeto, la solidaridad y el compromiso con el barrio y sus gentes, también existen iniciativas deportivas sectorizadas en las que “otros grupos de residentes del barrio llevan a cabo sus actividades en lugares y momentos distintos a los definidos por los líderes comunitarios” (D12). Esto se debe a la distancia entre lugares, y responde al surgimiento de nuevas expresiones arquitectónicas y dinámicas sociales. La casa de la cultura, la escuela, el parque y la cancha, fueron construidas en el mismo sector, en este sentido la configuración del espacio ha centralizado los procesos y actividades dejando por fuera y en aparente aislamiento a los residentes de la parte baja, no obstante, los residentes manifiestan que esto no solo se presenta por la centralidad de estos lugares, sino por los riesgos, la inseguridad y las dinámicas actuales del barrio que, según ellos, corresponde a la llegada de nuevos habitantes que no tienen relación alguna con las familias fundadoras. (D12)

Por ejemplo, por cuenta de los conjuntos residenciales y de algunos nuevos propietarios de viviendas que adquirieron los predios de antiguos miembros de la comunidad que han fallecido o abandonaron el barrio. “También se encuentra el surgimiento de nuevas dinámicas comerciales y otra serie de procesos que han aumentado la densidad poblacional” (D9) que han conducido a cambios en las relaciones sociales que impiden estrechar los vínculos entre los antiguos vecinos, según Marchioni (2013) “un proceso comunitario tiende a favorecer y producir encuentros entre las personas de la comunidad (sin exclusiones) como base de cualquier cambio o mejora, ya que el encuentro explicita la participación colectiva y comunitaria” (p. 96), en este sentido, la “realización de prácticas deportivas sectorizadas entre los habitantes de la parte baja” (D9) del barrio Ciudad Hunza, así como “la adopción de nuevos miembros en la comunidad que no ha participado de su historia” (D5), indica que el espíritu comunitario se encuentra vigente y el deporte juega un papel fundamental en su preservación y reproducción.

Si bien es cierto, tanto “los habitantes de la parte alta como de la baja han perdido espacio físico y social” (D7) para forjar sus vínculos no solo por la distancia entre un punto y otro, o por “el aumento de la inseguridad que impide trasladarse tranquilamente de un sector al otro” (Et3. Lc2), cada sector a su manera ha forjado escenarios en los cuales confluyen los vecinos más cercanos, por ejemplo, “juegan campeonatos de fútbol en la calle con un solo arco debido a las limitantes de espacio; sin embargo, dicho problema se resuelve con la confluencia de tres equipos que confrontan simultáneamente” (D8), de este modo no solo aprovechan el escaso espacio con el que cuentan, sino que se integra un número mayor de personas en los juegos que realizan, así mismo y cotidianamente los niños de sector reproducen la práctica como parte de sus juegos infantiles.

La mesa, las mujeres y el deporte

Algunas mujeres, madres cabeza de familia y miembros de Corpo-Hunza tienen un rol fundamental en el desarrollo de los procesos del barrio. Desde hace más de 15 años han figurado en las diversas propuestas que la organización comunitaria ha emprendido. “Nosotros nacimos de la casa de la cultura, estábamos en un proceso de formación de agricultura, floristería, unos cursos que se hicieron de un proyecto que se llamó 'mujeres en acción'” (Et4. Lc2), procesos que permitieron mayor protagonismo a sus labores, “una vez que nosotros terminamos los cursos de modistería, aeróbicos, jardinería e hidropónicos dijimos, ¿qué va a pasar con los que hicimos el curso?, bueno, realizamos una convocatoria para seguir trabajando con lo que aprendimos” (Et4. Lc5), así empiezan a aparecer en escena un conjunto de mujeres que hasta el año 2000 estuvo al margen de la vida productiva del barrio y, en consecuencia, ausentes en las decisiones de la comunidad. Luego de esto las mujeres hacen eco de sus procesos y acciones articulando sus intereses particulares con su tradición comunitaria, “una de las señoras que estaba en el curso es recicladora de oficio y nos dijo: yo les enseño a reciclar, pues el reciclaje da dinero y con ese dinero podemos comprar los insumos para lo que vayamos a producir” (Et5. Lc2), así, al cabo del tiempo formalizan su organización con el nombre Colectivo Loma Verde, el cual a su vez constituye un espacio común que acoge y convoca a todos aquellos interesados en el cuidado del barrio y la generación de recursos económicos.

El Colectivo Loma Verde junto con los lugares que requiere para desarrollar sus actividades, no son otra cosa que espacios de interés comunitario, para Hernández (2013), estos se entienden como “espacios de defensa y de resistencia de lo social frente al poder […] garantía de los derechos sociales y de los intereses comunes” (p. 152), tal idea se ratifica en la siguiente declaración Iniciamos 20 personas, mujeres, niños, niñas de todas las edades, esos talleres son para todos; y es así como nosotros iniciamos a aprender a reciclar, aprender a separar y en cada una de nuestras casas separamos materiales. Un diciembre separamos material e hicimos una venta colectiva y de esa venta, pagamos acarreo y luego nos lo distribuimos entre todas las ganancias. (Et4. Lc3)

Según Marchioni (2007) “todos los espacios públicos, los lugares y locales de encuentro se convierten así en espacios a conquistar por parte de quien promueve las intervenciones de mejora, sean del tipo que sean” (p. 96), en este sentido, el trabajo comunitario que ocurre en la separación de materiales en el espacio privado del hogar, se traslada al espacio público como parte de los aportes que cada uno puede hacer a la comunidad, en otros términos, lo comunitario puede constituir una forma específica de vivir lo privado proyectando una parte de lo que allí ocurre al ámbito público, así mismo, las acciones que se gestan en los espacios públicos pueden adquirir una significación especifica que se traslada al mundo privado como ya se ha mostrado en la aceptación de nuevos miembros en los procesos comunitarios de formación deportiva.

Ahora bien, esta estructura comunitaria ha constituido un espacio de toma de decisiones denominado la mesa compuesta por el Colectivo Loma Verde, La Casa de la Cultura y la Junta de Acción Comunal, “cuyas direcciones están a cargo de mujeres” (D8). Estas instancias no solo constituyen los tres referentes más importantes entre los habitantes del barrio, sino ante otras instituciones de la ciudad. En “la mesa se decide sobre los procesos culturales, deportivos y otros asuntos propios de la organización” (D11) y el barrio; por ejemplo, cada año la comunidad cede el uso de la cancha multiuso en dos oportunidades a un tercero que no pertenece al barrio y tampoco hace parte de sus procesos, se trata de “un promotor deportivo que organiza campeonatos de microfútbol en el sector” (Et3. Lc3), sin embargo, resulta revelador que “los miembros del barrio no participan de dicho campeonato” (D11), tan solo fiscalizan su desarrollo y el buen cuidado del entorno.

No obstante, el peso del sentido comunitario se hace manifiesto, pues parte del acuerdo frente al uso de dicho espacio “implica la limpieza del lugar, realizar mantenimiento de la cancha, pintar las líneas y transferir una parte de las ganancias del evento para los niños de las escuelas deportivas” (Et3. Lc1), en este sentido, el trabajo de las mujeres que lideran los procesos comunitarios del barrio ha permitido la gestión de recursos con los cuales se fomentan prácticas y actividades lúdicas, recreativas, pero también cursos de ciudadanía, artes y otros más, en pro del crecimiento comunitario y de la derrota del individualismo; por ejemplo, pintar las canchas, limpiar las calles, reciclar, asear el salón comunal, tapar los huecos de las vías, encerrar jardines y zonas verdes y otras actividades que convocan la fuerza de la comunidad; sin embargo, a pesar del liderazgo de las mujeres en la organización y gestión de los procesos deportivos “son los hombres los que finalmente desarrollan las prácticas” (D9).

Frente a lo expuesto, es evidente que la organización comunitaria de Ciudad Hunza cuestiona la interpretación negativa que se hace sobre la masculinidad predominante en el espacio público, esa masculinidad reconocida, elogiada y poderosa frente una feminidad reducida, aminorada, controlada, privada, oculta y desconocida; pues como ya se ha señalado, este sentido de comunidad trasciende dicha lógica; extrañamente las mujeres toman las decisiones frente al deporte, lo hacen en un espacio privado que afecta la vida pública, sin embargo no se integran plenamente en el desarrollo de dichas decisiones “ocasionalmente se les ve aminado a sus hijos, esposos, o en clases de baile” (D6), así, la comunidad está forjada por la ausencia de rasgos comunes puros, quizá el rasgo más común es el “deber” no solo como responsabilidad, sino como obligación pendiente; es decir, como una deuda por saldar, de una constante obligación de retribuir lo recibido, en otras palabras, lo que se recibe no solo son objetos o favores, auxilios o regalos, en esos gestos y en los espacios en lo que esto ocurre está presente el espíritu del grupo, en los espacios y prácticas deportivas se pone en juego el trabajo y los sentimientos que se despiertan cuando se está con el otro, por eso, aquel que se niega a recibir, se niega al otro, se niega a la comunidad, pero también a la diferencia.

La comunidad es una compleja red de sujetos, acuerdos y disputas sustentadas en el respeto por el otro, se disputan el honor de liderar, pero también de ocupar un lugar en la narrativa común del barrio, en consecuencia, comprender la comunidad desde este marco de referencias, implica analizar la importancia del espíritu social del deporte; es decir, de las acciones solidarias que se particularizan en las formas de sentir, trabajar, ayudar, y comprender las prácticas deportivas en cada miembro de la comunidad.

Conclusiones

Este análisis pone en tensión los posicionamientos desde los cuales se discute la importancia del deporte en la constitución de la comunidad en una época en la que esta aparece como sospechosa y que, a pesar de su riqueza explicativa, en muchos casos se asume como arcaica e incapaz de responder a las coyunturas actuales. Estos razonamientos, propios de la ciencia moderna, de cierto modo son determinantes de las relaciones sociales en las cuales la comunidad aparece como un acontecimiento sin proyección y sin razón, en este sentido, las relaciones comunitarias en el barrio Ciudad Hunza cobran mayor importancia estructural, pues los significados que rodean sus prácticas deportivas permean el sentido práctico del individuo. En Ciudad Hunza existe una estructura comunitaria que acude a la calle y otros espacios emblemáticos para afianzar la pertenencia de cada individuo al grupo a partir de prácticas que los miembros de la comunidad denominan o asocian al deporte; así pues; la comunidad configura una estructura social anclada al territorio, pero sin condición político administrativa, sino, mediante las peculiaridades y particularidades de quienes la constituyen (Tönnies, 1947); no obstante, en el caso de Ciudad Hunza, esta configuración responde a una práctica de reproducción social claramente jerarquizada, razón por la cual el carácter político se matiza de forma diferente.

Los sujetos que participan de estas actividades se ven abocados al establecimiento de relaciones con otros, esto no significa la exaltación de relaciones sin sentido, poco duraderas y sin valor organizativo en las cuales los propósitos colectivos deben ser la máxima premisa, sino que en ellas puede gestarse procesos racionales agenciados por los mismos sujetos que mediante una conciencia práctica, recursiva y emocional como es natural cuando se juega, participan de la emergencia del sentido comunitario, lo cual da lugar a pensar la comunidad como una estructura de afecto, “emotivamente fundada” (Lashs, 2001, p. 176), así, la reflexión sobre la relación deporte-comunidad en el barrio Ciudad Hunza adquiere o recurre al sentido estético del pertenecer por cuanto las prácticas sociales demandan de sujetos sintientes.

Frente a lo anterior, el deporte en el espacio público en el barrio Ciudad Hunza cobra vida a partir de la relación que este establece con otros espacios públicos y sociales, en este sentido, “la relación que se establece entre personas que habitan un lugar específico y el entorno, genera diversas redes y experiencias sociales que configuran la vida cotidiana de los individuos que lo ocupan” (Lofland, 1973, p. 49). El uso de la calle para las practicas lúdico-deportivas facilita reproducir la narrativa comunitaria; sin embargo, los procesos y prácticas deportivas en el espacio público se realizan mayoritariamente por hombres, aunque su efectivo desarrollo depende de instancias superiores en las que el liderazgo femenino es determinante.

La comunidad del barrio Ciudad Hunza es una comunidad abierta y utiliza el deporte como espacio y práctica para mantenerse viva. Los niños encuentran que sus padres, vecinos y amigos ayudan en los procesos de organización del barrio, este no solo es un referente con el cual el niño “aprende a pertenecer a” sino a “reproducir” ciertas relaciones. En el barrio ciudad Hunza el deporte es un instrumento cultural y axiológico en el que prevalece los intereses solidarios por encima de la individualidad sin desconocer la necesidad del cultivo de un espíritu comunitario en cada sujeto. Vale la pena pensar la comunidad como apertura a vínculos y por línea directa a su propia extensión.

Referencias

  • Álvaro, D. (2010). Los conceptos de “comunidad” y “sociedad” de Ferdinand Tönnies. Papeles del CEIC, 1(52), 1-24.Web
  • Arroyo, L. (2010). El capital social en las organizaciones comunitarias: el caso del barrio Ciudad Hunza – Bogotá. [Tesis de grado, Universidad Javeriana].Web
  • Bonilla, E. y Rodríguez P. (1997). Más allá de los métodos. La investigación en ciencias sociales. Editorial Norma
  • Cabeza, J. (2007). El deporte social. Una estrategia para la integración social. [Tesina de grado, Universidad Nacional de Cuyo].
  • Castoriadis, C. (2007). La institución imaginaria de la sociedad. Ensayo
  • Causse, M. (2009). El concepto de comunidad desde el punto de vista socio -histórico-cultural y lingüístico. Ciencia en su PC, 3(sv), 12-21.
  • Cuervo, C. (2008). Construcción de la esfera pública en el barrio Ciudad Hunza – Suba de Bogotá D.C. [Tesis de grado, Universidad Javeriana]. Web
  • Del Rincón, D., Arnal, J., Latorre, A. y Sans, A. (1995). Técnicas de Investigación en Ciencias Sociales. Dykinson
  • Duarte, R. (2011). Fundamentación del deporte social comunitario a partir de las categorías bioéticas: una opción hacia el mejoramiento de la calidad de vida que trasciende el deporte moderno. Lúdica pedagógica, 16(2), 13-21.Web
  • Esposito, R. (2003). Comunitas. Origen y destino de la comunidad. Amorrortu
  • Hernández, J. (2013). Construcción social de espacio público en barrios populares de Bogotá. Revista INVI, 28(78), 143-178.Web
  • Henao, C. (2014). Caracterización del estado actual del deporte social. [Tesis de grado, Universidad Tecnológica de Pereira].Web
  • Lashs, S. (2001). La reflexividad y sus dobles: estructura, estética, comunidad. (pp 137-208), En: Beck, Giddens y Lash, (2001). Modernización reflexiva. Alianza
  • Lofland, L. (1973). A world of strangers. Order and Action, in Urban Public Space. Library of Congress Catalog Card
  • Marshall, C. y Rossman, G. (1995). Designing qualitative research. Sage publication
  • Martinek, T., Ruiz, L. y García, V. (2009). Deporte, responsabilidad y grupos marginales: el papel de la investigación centrada en la comunidad. En: J. Moreno. Deporte, intervención y transformación social. (pp 307-334), SHAPE.
  • Mauss, M. (1971). Sociología y antropología. Tecnos
  • Maza, G. y Puig, N. (2008). El deporte en los espacios públicos urbanos. Reflexiones introductorias. Apunts: Educación Física y Deportes, sn(91), 3–8. Web
  • Marchioni, M. (2013). Espacio, territorio y procesos comunitarios. Revista espacios trasnacionales, 1(sv), 92-100.Web
  • Mesías, A. y Portocarrero, A. (2017). Deporte social comunitario ¿nuevas formas de intervención social e innovación social en el posconflicto? [Tesis de maestría, Universidad ICESI].
  • McMillan, D. y Chavis, D. (1986). Sense of Community: A Definition and Theory. Journal of Community Psychology, sn(14), 6-23.Web
  • Tönnies, F. (1947). Comunidad y sociedad. Losada.