Esperanza Osorio Correa1
1Psicóloga, especialista en Gerencia Social, MagÍster en Desarrollo Educativo Social, Doctora en Conocimiento y Cultura en América Latina.
Estamos viviendo una transformación en todos los órdenes de la vida. Los cambios tecnológicos, sociales, políticos, religiosos, ideológicos afectan al conjunto de las sociedades, y se expresa de manera particular en territorios concretos donde se tejen en cadena realidades diversas. Este tejido va elaborando su trama cotidianamente, espacio tiempo de vida en el que la recreación está imbrincada como parte del trayecto vital de los sujetos.
El campo de la recreación considerado desde su historicidad se mueve en relación con sus comprensiones y prácticas de manera diferente según las épocas y las lógicas desde las cuales cada sociedad va construyendo, en un movimiento constante, la matriz de satisfactores para la realización de sus necesidades. Así, el lugar que ocupen estas prácticas se verá afectado por los sentidos y significados que tiene para sus vidas y sus búsquedas en el camino de realizar sus necesidades para avanzar en sus procesos de desarrollo singularmente, como familias y comunidades.
Desde esta perspectiva el campo de la recreación es un compendio complejo, que se construye desde una trama en la que se entrelazan los múltiples factores que hacen parte de la cultura (significados, conocimientos, valores, comportamientos, sistemas de creencias; es decir, todo aquello que configura nuestras identidades cotidianamente). Son las aspiraciones humanas, las que lo configuran como un proyecto ético político cruzando intereses y deseos en lo económico, lo político, lo social, entre otros aspectos, dando cuenta tanto de encuentros en lo común, como tensiones en la diferencia.
En este campo de relaciones se encuentran intereses diversos y contradictorios; unos que pretenden ser hegemónicos y otros que generan prácticas frente a dichas hegemonías; por tanto, es un campo donde los sujetos se encuentran desde procesos de sometimiento y resistencia, generando conflictos, pero también acuerdos.
El campo también se configura desde sus referentes formales y estructurales, representados en aquellos parámetros normativos y legislativos, así como por dimensiones sociales, culturales, económicas que determinan la matriz de satisfactores que se construyen desde lo institucional; aspecto central para los países de América latina que sustentan todo su andar político en un pensamiento legislativo que le da lugar o no a problemas, necesidades y categorías de acuerdo con las ideologías vigentes. Para el caso de la recreación en Colombia, fue hasta 1991 que se le dio un lugar como derecho en la carta constitucional.
Por su parte, los significados singulares crean espacios dialógicos, cuando se concretan en la vida cotidiana en prácticas, en modos de disfrute y goce de la vida o simplemente como un entretenimiento y que igualmente están atravesados por la cultura y el lugar que las lógicas constructoras e ideológicas de cada época.
Desde la postura planteada, el campo de la recreación como proyecto siempre en movimiento, contiene en sí mismo diversidad de identidades, colocaciones conceptuales y posturas políticas, es un territorio fértil para las tensiones, pero también, para la producción creativa. Esto lo han demostrado profesionales, docentes e investigadores de América Latina. En países como Argentina, Chile, Uruguay, Perú, Venezuela, Cuba, Costa Rica, Colombia y México, por mencionar algunos, existen grupos trabajando para y desde el campo de la recreación, con el propósito de posicionarlo en las políticas públicas, la academia y la investigación, y lo más importante, en la vida cotidiana para un mejor vivir de las personas.
Históricamente la recreación y el ocio se han inscrito en finalidades morales y beneficios que se le han asignado en virtud de propósitos institucionales y oficiales que pretenden usarla como un medio para mantener el sistema y sus valores. Estas intencionalidades asumen horizontes de sentido diferentes dependiendo de la lógica en que se inscriben en las que entran las miradas a lo económico, lo social y la cultural que determinan el lugar y resultado esperado de un determinado modo de ser y estar en recreación en la vida cotidiana de los sujetos. Hasta hoy, la recreación como política pública ha tenido un lugar menor en relación con los otros sectores y con la inversión que el Ministerio del Deporte en Colombia hace para acompañar procesos nacionales que amplíen las oportunidades de recreación de los colombianos y las colombianas en el ámbito local.
Las vivencias y experiencias realizadoras en los espacios tiempos, en los cuales se expresa la dimensión lúdica de las personas, se potencia como mediadora de procesos de transformación del sujeto en relación con el mundo y con los otros, apertura sus campos emocionales, dimensiones (cognitiva, comunicativa, social, etc.) y sus sistemas de creencias e imaginarios construidos en su devenir como sujeto social y político (Osorio, 2016). El espacio lúdico como espacio de crítica de la vida cotidiana pretende poner en cuestión aquello que sucede, a través de la fantasía, lo surrealista, el juego y la invención.
Como función de equilibración emocional, la expresión lúdica constituye el mecanismo como el sujeto supera el conflicto emocional con la existencia y lo proyecta en la vida. Díaz-Mejía (2008) afirma que es a través de todas las formas de expresión simbólicas, constituidas en prácticas socioculturales y lúdicas como la humanidad ha construido convivencia y sociedad, y ha encontrado en lo simbólico la manera de evitar la destrucción.
Desde esta perspectiva encontramos el ocio sometido al orden en diálogo con el ocio que se construye desde lo plural, lo que tiene implicaciones epistémicas en relación con lo que sustenta cada una de estas posturas. Estas tensiones han creado una ruta, un continuo no lineal en el que se sitúan las miradas en investigación y formación en recreación en América Latina, como se muestra en la siguiente figura.
En este sentido, se da un continuo diálogo entre: una totalidad minimizante y excluyente y, por otra parte, totalidades dialogantes y diversas. Las cuales emergen como ordenadores en la medida que encontramos que el campo de la recreación, no se reduce a una actividad o experiencia, sino que responde a las mismas lógicas que atraviesan la vida de los miembros de una sociedad, y es en este diálogo que podemos construir miradas divergentes que sean incluyentes de todo este excedente que existe en cuanto a la construcción de conocimiento en América Latina. Esta construcción de acuerdo con Zemelman (2005) ha de hacerse desde un pensar histórico que implica una estrategia que vincula la crítica a la realidad objeto y la crítica del sujeto que se apropia de la realidad.
Asumir a la recreación como mediadora de procesos de desarrollo humano, significa comprenderla desde sus beneficios en cada una de las dimensiones de desarrollo de los seres humanos y tener claridad sobre las condiciones que hacen estos beneficios posibles.
Un ocio orientado al desarrollo humano es un satisfactor sinérgico de las necesidades humanas: amplía, potencia, mueve al sujeto en todas sus dimensiones, posibilitando su despliegue como totalidad. Sin embargo, el ocio no contribuirá al desarrollo humano en ausencia de una dimensión ética, de cuidado y relación con los otros y las otras, que más que tratar de sostener identidades o sistemas de creencias, los problematiza. Los espacios tiempos de ocio pueden constituirse en dispositivos que reproducen muy diversos valores y expresiones que igual no son consecuentes con una sociedad sostenible; por lo tanto, desde sus comprensiones como concepto, sus colocaciones como política y su accionar como experiencia realizadora, podrá asumirse como una práctica de resistencia, donde la imaginación como recurso político nos permite encontrar en ese diálogo entre lo propio y lo ajeno, otras realidades posibles, más esperanzadoras. Esto requiere de un diálogo pluriepistemológico, entre múltiples actores, sectores y realidades, en un esfuerzo por encontrar las grietas que nos permitirán encontrar rutas para nuevas convergencias.
Referencias